En todas las campañas promocionales se utiliza un reclamo con el que llamar la atención a los potenciales compradores o clientes. En la mayoría de casos, tal y como dicta una regla básica de economía comercial, el reclamo debe ser atractivo en coste o servicios, pero con la suficiente diferencia como para salir rentable a la empresa anunciante.Es precisamente este argumento el que empresas como Orange y Vodafone han presentado a la UEFA, para justificar que no invertirán en la compra de los derechos de retransmisión del campeonato de Champions en la próxima edición.

Estas dos operadoras de telecomunicaciones indican, con toda la razón, que el precio solicitado por la UEFA incrementado un 30% en la licencia de retransmisión, invalida la rentabilidad potencial de este deporte entre la oferta de televisión de pago.

Orange y Vodafone, como otras empresas que ofrecen la Champions en su parrilla, la anuncian a bombo y platillo, con el fin de lograr la suscripción de abonados particulares o locales como bares.

Económicamente hablando, la rentabilidad de este producto se obtendría en base a una promoción de 50 euros al mes, únicamente por el contenido deportivo de la Champions. La realidad es que las operadoras tienen fijado un coste medio de 20 euros al mes sin ofertas. Con ellas, en ocasiones, aunque sea de forma puntual, el coste para el usuario es cero euros.

Obviamente hay una disparidad demasiado grande entre la oferta televisiva de pago actual y lo que la administración de la Champions está requiriendo. Más aún cuando los últimos informes de consumo de televisión confirman que los usuarios no están dispuestos mayoritariamente a pagar por ver contenidos audiovisuales.

En un entorno de este tipo, el reclamo debe buscar ahorro económico y no exclusividad de contenidos, como desde la UEFA parece motivarse. Cuando esto se produce, el producto cae en desuso.

Es lo que se teme para el año que viene. Incluso aunque haya una sola empresa que adquiera los derechos, previsiblemente Movistar+, las condiciones que impondrá como única operadora (no hacia el usuario porque la ley lo impide, sino hacia los distribuidores del contenido), modificarán lo suficiente el mercado para que en dos años, quizás, la situación sea diferente.

Mientras tanto, nos encontramos con un mercado saturado, una oferta demasiado cara y una demanda por los suelos. Cuando el reclamo termina por no ser rentable, al final se deja la campaña por imposible.